URGENCIA HIPERTENSIVA Vs EMERGENCIA HIPERTENSIVA
Las urgencias hipertensivas se consideran
situaciones en las que la elevación tensional motiva una consulta urgente pero
sin compromiso vital importante, pudiendo reducirse la presión en un periodo de
horas y usando agentes antihipertensivos preferentemente orales y sublinguales. Su objetivo
es conseguir cifras tensionales
diastólicas entre 100 y 110 mmHg
en un plazo de 24 h, de forma escalonada.
En un primer
paso se emplean fármacos
por vía sublingual, como el nifedipino
y el captopril.
La segunda fase, que consiste en el uso de furosemida intravenosa, si los fármacos del primer
paso han sido insuficientes.
Si la tensión se mantiene elevada, llegaríamos al tercer
paso, en el que se emplean fármacos como el labetalol o el urapidil
intravenosos.
Sin embargo, en la emergencia hipertensiva, la elevación
tensional se acompaña de alteraciones en los órganos diana
(corazón, cerebro, riñón) de forma
aguda, de modo que comporta un compromiso vital inmediato que precisa una inmediata reducción de la TA en un plazo inferior a
una hora, estando indicada la utilización de hipotensores potentes incluso por
vía parenteral que dependen del
tipo de emergencia al que nos enfrentamos.
Los más usados son el nitroprusiato, la nitroglicerina y el
labetalol.
Falsas urgencias hipertensivas. Son aquellas elevaciones
de la PA que debidas a situaciones de
ansiedad, síndromes
dolorosos o a procesos de cualquier otra naturaleza. La
PA se corrige cuando
cesa el estímulo desencadenante
y, generalmente, no producen daño en los órganos diana.
Si bien las urgencias hipertensivas relativas
pueden ser tratadas en el centro de salud, con la
vigilancia adecuada, las
emergencias hipertensivas se derivarán urgentemente al medio
hospitalario,
aunque se puede anticipar el inicio del tratamiento.
Además de las cifras tensiónales que pueden
anticipar la situación de crisis hipertensiva, hay una
serie de síntomas y
signos que cuando van asociados a estas cifras deben hacer considerar el
hecho
de estar ante una emergencia hipertensiva:
•
Hemorragias retinianas
•
Confusión
•
Somnolencia, estupor
•
Cefaleas intensas, déficit focales, visión
borrosa
•
Convulsiones, náuseas y vómitos
Ante la sospecha de una crisis hipertensiva, la
enfermera debe actuar rápidamente con una serie de medidas destinadas tanto a
la recogida de datos al efecto como a la administración farmacológica que se
indique:
- Colocación adecuada del paciente.
- Explorar vías aéreas.
- Tomar PA y frecuencia cardiaca.
- Eliminar ropa u objetos que dificulten la exploración.
- Valorar consciencia y orientación del paciente.
- Examen de pupilas.
- Observar si hay secreciones o exudados en oídos, nariz y boca.
- Explorar cabeza (traumatismos) y cuello (yugulares).
- Examinar pulsos y extremidades inferiores.
- Buscar causa posible de la elevación de la presión si el pacientes se encuentra orientado.
- Estar dispuesta para administrar medicación en cualquier momento.
Y, así, ya estamos preparados para diferenciar y actuar rápido ante una crisis hipertensiva.
Espero que os haya gustado.
¡¡Nos leemos en el siguiente post!!
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